«El pan nuestro de cada día»

«El pan nuestro de cada día»

De cara al cercano 8 de marzo no puedo sino dedicar unas líneas a un problema, tan importante como vergonzoso, y que afecta a más de la mitad de la población en este país: la discriminación hacia las mujeres, y aunque esto lo contempla la constitución en su artículo 14, se vulnera un día detrás de otro nuestro derecho a la igualdad.

Desde que nacemos se nos impulsa a asumir unos roles, unas enseñanzas estereotipadas como niñas o como niños, y nos meten a fuego una fuerte jerarquización así como la asunción de la existencia de dos géneros (quedando fuera de ese concepto binario la diversidad) y a su vez uno fuerte y uno débil, en vez de enseñarnos a ser personas y educarnos en la igualdad. Pero nuestros padres/madres aunque intentaron hacerlo lo mejor que podían, ellos también estaban educados en la misma historia. Todo esto es sumamente importante para el futuro desarrollo y comportamiento, ya que la infancia es el período de mayor aprendizaje.

Cuando tenemos edad para empezar a trabajar todo el peso de la jerarquía androcéntrica que históricamente ha gobernado, acentuado aquí con la pasada dictadura, recae sobre nosotras, todo unido al sistema explotador-capitalista al que le conviene mantener la sempiterna división: unos más arriba y otros más abajo. Es esa precisamente la cuestión, dar poder a unos sobre otros, ya sea en forma de riqueza o privilegios, pero el caso es mantener la división a toda costa y así el sistema goza de un individualismo cada vez más exacerbado.

Muchas mujeres han renunciado y renuncian al mundo laboral para así poder encargarse del hogar y de los cuidados que tradicionalmente hemos realizado nosotras, existiendo todavía un gran desequilibrio a la hora de asumir estas tareas.

Pero hoy día la gran mayoría estamos obligadas y obligados a trabajar para poder pagar hipoteca, alquiler, coche y demás; cosa que ha afectado directamente a la sobrecarga de tareas entre las mujeres con o sin núcleo familiar, teniendo que ocuparse del trabajo, la casa, la comida, los/as niños/as, los/as ancianos/as, casi convirtiéndose en una superwoman.

Para solventar este problema se deberían mejorar y aumentar los servicios públicos en materia de personas dependientes, para así poder descargar y aliviar un poco esas actividades no remuneradas, tras jornadas de ocho o más horas de trabajo por un sueldo de mierda, que es un 23% menor que el de los hombres, con mayor temporalidad, menos puestos a tiempo completo, más acoso laboral, y todo eso contando con que nos contraten, porque el paro femenino se sitúa ya por encima de los dos millones, medio millón más que el masculino (y eso que sus cifras tampoco son nada alentadoras).

Pues esto sucede todos los días, así como el acoso sexual, la violencia en el seno doméstico, los estereotipos de belleza, la presión social para tener novio-marido-hijos, en ese orden y sin satisfacer nunca la necesidad que parece que tiene mucha gente de manejar nuestras vidas, el trato infantilizador, paternalista y protector al que nos vemos sometidas y otras tantas y tantas cosas que seguro me quedan en el tintero.

Ante todos estos atropellos a la igualdad, desde CNT tenemos que decir que nosotras no queremos un nuevo discurso que supere el machismo reemplazándolo por su contrario, no queremos más abusos políticos, ni sociales, ni laborales, ni sexuales, no queremos cargos políticos ni puestos de responsabilidad en las grandes empresas, no queremos ser mujeres militares ni mujeres religiosas; sólo queremos que todas las discriminaciones terminen de una vez, queremos ser nosotras, las obreras, las que alcemos la voz; todas y todos juntos ejerciendo la solidaridad entre las personas.

Paremos todas el 8 de marzo, pero que no sea ése el único día de lucha, porque hay que desandar todo un camino muy largo.

Para todo esto compañeras, la conquista empieza por nosotras, y con el apoyo en la lucha, nos desprenderemos por fin de las conductas jerárquico-capitalistas. Luchemos por la verdadera igualdad. Porque nadie es más que nadie.

Gloria Muñoz

 

 

“Ni obreras explotadas en las fábricas ni esclavas en el hogar o la familia: ¡Por una sociedad sin amos ni señores, comunista libertaria, de hombres y mujeres libres!”

Teresa Claramunt