El feminismo ha ganado, para bien de todas y todos, ha ganado en las calles, en las casas, en los centros de trabajo, en los institutos…
Nos felicitamos porque el movimiento feminista, asambleario y horizontal, ha sabido tejer las redes necesarias para convocar una huelga transversal —laboral, de consumo, de cuidados, estudiantil— capaz de movilizar a mujeres de todo el Estado —de todo el planeta, en realidad—, y ha conseguido liberar, al fin, los feminismos, que se conozca su mensaje de justicia social y vayan quedando lejos los tópicos machistas que pretendían desorientar sobre su verdadera naturaleza.
Nosotras y nosotros, como sindicato, nos pusimos detrás del movimiento, y realizamos todas las labores de infraestructura necesarias —papeleo, información a agentes sociales, negociación de servicios mínimos, presencia en medios, reuniones en los sindicatos y centros de trabajo, pancartas, pegadas…— para apoyar su justa demanda y su acertada apuesta. A diferencia de los sindicatos de concertación, nosotras y nosotros creemos en la autoorganización popular de la que formamos parte.
Por fin, la brecha salarial, que implica que a cuidados del mismo valor no se paguen los mismos salarios, ha pasado a primer plano. Ya no te podrán decir que no existe, ya nadie podrá negar sin argumentos que además impacta en unas pensiones desiguales que condenan a la mujer a la precariedad, ni podrán ocultar que los riesgos laborales tiene un sesgo de género, ni que además del techo de cristal está el suelo pegajoso de las que no llegan a las mínimas condiciones laborales dignas.
Por fin, la violencia sexual aparece entreverada con otras violencias, y todo ello enmarcado en un sistema de dominación y explotación, el heteropatriarcado, responsable de muertes, violaciones, acoso, infelicidad… La cultura de la violación no puede aislarse del control cotidiano de nuestros cuerpos, que se muestran en realidades tan diversas como el terrorismo machista o la publicidad sexista, homófoba, gordófoba y capacitista.
Por fin, los cuidados han pasado a ocupar el centro de las conversaciones, y las mujeres que trabajan en el hogar, su ingente aportación esencial para el funcionamiento de la sociedad, tomó las calles. Porque nos hemos hartado de ver trabajar gratis y sin reconocimiento social a nuestras madres y abuelas, salimos con ellas a las calles. También quedó clara la explotación de las mujeres que se encargan de los cuidados, muchas de ellas racializadas o migrantes. Ya no vamos a consentir que siga pasando desapercibida de falta de corresponsabilidad por parte de los varones y el Estado, sabemos todas y todos que no hay producción sin reproducción.
Por fin, una educación afectivo-sexual que atienda a la diversidad de nuestros cuerpos y deseos ha sido exigida por las y los estudiantes, que quieren que el feminismo, las propias mujeres y la variedad de cuerpos, géneros y deseos existente empecemos a aparecer en los temarios escolares: no se puede silenciar una de las movilizaciones sociales más importantes de los dos últimos siglos.
Por todo eso, desde la Confederación Nacional del Trabajo, anarcosindicalista y feminista, sólo podemos decir ¡Enhorabuena a todas! ¡Sigamos construyendo ese mundo nuevo que llevamos en nuestros corazones!