Pese a la mayor precariedad de los sectores feminizados, las mujeres se han organizado en sus trabajos a lo largo de la historia en movilizaciones innovadoras en sus estrategias y que trascienden las reivindicaciones salariales. Estos son solo algunos ejemplos.
El movimiento feminista ha convocado una huelga global para este 8 de marzo. Una huelga que trasciende laboral, pero que también pretende incidir en ese ámbito. Pese a la mayor precariedad de los sectores feminizados, existen numerosos ejemplos de cómo las mujeres se han organizado en sus trabajos a lo largo de la historia.
Las huelgas de textil de principios del siglo XX en Cataluña, el sindicato de empleadas domésticas de Cazalla de la Sierra en el 36 o la huelga de Jaeger Ibérica en los 80 son solo algunos ejemplos de cómo las mujeres se han organizado en sus trabajos a lo largo de la historia, en movilizaciones innovadoras en sus estrategias y que, muchas veces, trascienden las reivindicaciones salariales.
Huelga de La Constancia, 1913
Una de las mayores movilizaciones a principios del siglo XX fue la promovida en 1913 por el sindicato femenino del Arte Fabril y Textil de Barcelona La Constancia. “Se inició el 30 de julio de 1913 y movilizó a entre 13.000 y 22.000 mujeres y, hasta su triunfo a finales de agosto, involucró en el paro a más de 50.000 huelguistas en un amplio marco territorial en Barcelona y otros centros de predominio textil, como Reus, Badalona, Manresa, Terrassa, Sabadell, Mataró, o Vilanova i la Geltrú”, recoge Mary Nash en ‘Trabajadoras : un siglo de trabajo femenino en Cataluña (1900-2000)’ . Las huelguistas querían aplicar la legislación laboral vigente de protección a las mujeres y los niños y sus demandas incluían una reducción de la jornada laboral a nueve horas, turnos de noche de ocho horas y aumentos salariales.
Sindicato de Empleadas del Servicio Doméstico de la CNT, 1936
En Cazalla de la Sierra, una de las huelgas más significativas fue la que protagonizaron las trabajadoras del servicio doméstico a primeros de junio de 1936”. Así lo cuenta José Antonio Jiménez Cubero en ‘Crónica local de la infamia franquista’ (autoedición, 2014)’. Tras varios intentos infructuosos de reunirse con sus patronos para negociar las condiciones de trabajo del gremio, las mujeres fueron a la huelga. “Durante la semana y media que duró el conflicto las trabajadoras realizaron varias manifestaciones por las calles principales de la localidad, además de organizar piquetes y presentar varias denuncias contra una serie de patronas que habían coaccionado a sus sirvientas para que no se sumaran a la huelga”, recoge Cubero. “Aunque al finalizar la tercera semana de junio el paro de criadas llegó a su término por agotamiento y las empleadas se reintegraron a sus trabajos nada volvería a ser lo mismo a partir de entonces en las relaciones interclasistas de la sociedad local”, sigue. Apenas dos meses después, el 12 de agosto de 1936, la localidad fue ocupada por las tropas sublevadas. De las diez que formaron parte de la dirección del Sindicato de Empleadas del Servicio Doméstico, cuatro fueron ejecutadas en los primeros meses de terror, otras cinco padecieron largas condenas de cárcel, y una fue depurada con la pérdida de empleo después del asesinato de su marido.
Las mujeres en las huelgas mineras de 1962, un papel crucial
La historia de la minería está llena de episodios de movilización en los que, pese a ser un sector altamente masculinizado, el papel de las mujeres ha sido crucial. Uno de los ejemplos más conocido es el del papel de las mujeres durante la huelga minera de Asturias en 1962, en pleno franquismo. Las mujeres cortaban carreteras, distribuían la recaudación de las cajas de resistencia, sostenían los hogares y organizaban piquetes en los que echaban maíz a los mineros que acudían a sus puestos (para señalarlos como «gallinas»). Este activismo desencadenó una dura represión contra ellas, como la ejercida contra Anita Sirgo, uno de los nombres propios de estas movilizaciones. Sirgo fue víctima de torturas en el cuartelillo de la Guardia Civil de Sama junto a su compañera Tina Pérez. Les dieron patadas y puñetazos hasta que consiguieron callarlas. Les raparon el pelo antes de soltarlas. Como se negaron a llevar un pañuelo en la cabeza, como les pidieron, las mandaron a la cárcel hasta que les creció el pelo.
Magnetti Marelli, una huelga social (1989)
Las trabajadoras de Jaeger Ibérica (hoy Magneti Marelli) marcaron un hito en los años 80 con sus movilizaciones por la igualdad salarial. Un jefe machista, una cultura heredada del franquismo (la del hombre como sustentador de la familia) y una discriminación salarial evidente pusieron en pie a estas mujeres en una batalla que apoyaron la mayoría de ellas. El hito de sus movilizaciones fue la huelga indefinida de 1989, una huelga en la que sus compañeros no participaron. Pedían revisar el convenio por el cual, gracias a un “plus de asiduidad”, ellos cobraban 7.000 pesetas más. También llamaban la atención sobre el hecho de que los puestos mejor pagados eran sistemáticamente ocupados por hombres, recuerda Tania Mercader, que entró en el comité de empresa en 1982.
En 1984, denunciaron a la empresa por discriminación salarial, y pese a conseguir un fallo a su favor, la empresa se negó a cumplir la sentencia. Por eso, las 320 trabajadoras de Jaeger Ibérica decidieron ir a la huelga, que unos días después declaran indefinida. Buscaron alianzas con otras organizaciones, multiplicaron sus formas de protesta (por ejemplo, paralizando un banco cuando fueron, tras la sentencia a su favor, a reclamar los pagos de sus compensaciones). Como explica Tania Mercader, dirigente sindical entonces, “se trataba de hacer ver que era una cuestión social”. El 8 de mayo de 1989, después de 3 semanas y 4 días de huelga, las 320 trabajadoras de Jaeger consiguieron un acuerdo para la equiparación salarial con los hombres. El documental ‘Aguantando el tipo’ recoge su historia.
La primera huelga en Inditex (2017)
La huelga de las trabajadoras de Bershka consiguió a finales de octubre de 2017 cerrar las cinco tiendas de la cadena en Vigo, Pontevedra y Vilagarcía de Arousa, en la primera huelga contra el grupo Inditex. Con una plantilla casi íntegramente compuesta por mujeres y un seguimiento de un 100% de los paros que se convocaron, las trabajadoras lograron ejercer presión para que se equiparase su sueldo con de sus compañeras y compañeros de otras provincias, del que les separaba una diferencia salarial del 130 euros.
Inditex aceptó gracias a la movilización de las empleadas abonar a las trabajadoras los salarios de tres de los nueve días que permanecieron en huelga. El acuerdo se adoptó pocas horas después de que la plantilla se manifestara frente a la sede de la empresa en Arteixo (A Coruña), en un acto que concentró a unas trescientas personas. Según la Confederación Intersindical Galega (CIG), sindicato al que pertenecen las cinco delegadas del comité de empresa, se consiguió también equiparar todas las mejoras en materia de vacaciones, permisos, excedencias, tiempos de descanso, lactancia y conciliación familiar.
Patricia Reguero
@DES_BORDES